«No sabemos cómo de importantes somos, pero sí que somos independientes. Hacemos las cosas, básicamente, basándonos en dos variantes: como nos da la gana y como podemos. No hacemos nada al revés que nadie, simplemente porque no hacemos nada respecto a como lo haga nadie.»
Hace unos meses se publicó la única biografía autorizada de Extremoduro, un extenso y lujoso tomo escrito por el novelista y biógrafo Javier Menéndez Flores.
Esta biografía incluye el análisis y comentario de las letras de las canciones del grupo, de los tópicos y símbolos que se repiten en la obra del líder del grupo, que se define a sí mismo como poeta:
"¿Qué quien hay detrás? Un poeta, y nada más. Todos los poetas somos bichos raros, y ya está. Y cómo seamos es lo de menos. Lo importante de los poetas es la poesía, no la cara".
El viaje íntimo de la locura
En el jardín hay un cerezo dormido, pero parece muerto. Este otoño
comenzó a sentirse apático, y la dejadez se apoderó de su espíritu. La
vida, cansada de verle abúlico y desastrado, decidió que lo mejor sería
que se tomaran un tiempo para reflexionar sobre su relación, y se marchó
de vacaciones, dejándole en un estado de abatimiento que hizo que se
fuera consumiendo poco a poco hasta que acabó por convertirse en lo que
es ahora: el aletargado esqueleto de un cerezo; una osamenta de madera
clavada al suelo, que sólo espera que regrese la vida.
[...]
El cerezo se ha despertado. Ya había renunciado a todo; se sentía
demasiado viejo para nada y se había preparado para el final. Se había
resignado a no volverla a ver, pero abrió los ojos y allí estaba ella:
la vida; caprichosa, sin dar explicaciones, como ella siempre ha sido.
Se ha presentado con más ganas que nunca, y el reencuentro ha sido el
más apasionado y exuberante que hayan tenido jamás. El cerezo entero es
una fiesta de flores blancas. Don Severino, a pesar de haber salido
todos los días para hacer sus mediciones, no ha visto las flores. Sabe
que están. Ocurre cada primavera.
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